La reciente encarcelación dada por el juez Concepción Carhuancho y promovida por el fiscal Hamilton Casto que pesa sobre José Graña Miró Quesada, Hernando Graña Acuña, Fernando Camet Piccone y Fernando Castillo Dibós en la modalidad de prisión preventiva por dieciocho meses da para repensar la actualidad de los valores (aquello que consideramos importante) en la sociedad peruana contemporánea.

Un entusiasta Hamilton Castro inició su acusación expresando que “Hoy el Perú será testigo si el sistema que imparte justicia trata con la misma vara a todos los ciudadanos en el país. De eso también se trata esta audiencia, señor, con todo respeto” en una maratónica audiencia casi ininterrumpida. Y si bien los testimonios del (futuro) colaborador eficaz Jorge Barata empiezan por cerrar el círculo de los supuestos sobornos entregados al hoy prófugo ex presidente Alejandro Toledo bajo la modalidad de “liquidación de utilidades” entregada equitativamente al líder del consorcio: Odebrecht,  es temerario decir que damos pasos hacia el esclarecimiento y sanción de la corrupción nacional.

En principio porque en los dieciocho casos de prisión preventiva, tal como lo menciona Cesar Nakasaki en tanto la clase política compete, lo que se está evidenciando es la ruta de aportes a campaña y (aún) no de sus correlativos sobornos. Y es un absurdo esperar que, dadas lo costosas que son las campañas, las agrupaciones se autofinancien o subsistan con el próximo financiamiento público; es decir que la actual Ley de Financiamiento de Partidos Políticos es tan cándida que resta en vez de sumar.

En segundo lugar, todas las acusaciones son preliminares y aún no existen casos en etapa de juicio, es por ello que la extradición de Alejandro Toledo es aún incierta, que los Humala – Heredia empiezan a parecer víctimas más que victimarios y que la clase política nacional, expectante por las nuevas acusaciones en función de los nuevos testimonios de los colaboradores eficaces permanece en un estado de presunción de culpa a la que no es exenta ninguna tienda política. Ahora se suma a ella, la clase empresarial nacional y esto es quizá lo novísimo en la historia republicana post- Fujimori, que las actividades de algunos íconos de la riqueza patrimonial sea expuesta y ya no sea relacionada con crecimiento económico y su perfil deje de encajar como ejemplos de vida, emprendimiento, en fin éxito.

(Entrega (I/III)